Amores Peludos

Amores Peludos
Uno de mis amores peludos

10 diciembre 2010

El escape casi perfecto

Allá en el lejano mundo de la sala del segundo piso, donde todo huele a ratón porque reinan dos, vivía en prisión “don Viruta”, dueño y señor de  una jaulita azul y las posesiones dentro de ella. 
Parecía feliz, tranquilo y aceptando su encierro, y digo parecía, porque lo que nadie sabía en la comarca ratonil, es que el tal Viruta se había cansado de la vida bajo rejas e imaginaba un plan de escape, que pronto pondría en marcha.

Viruta 007 hizo lo que todos creerían imposible. La serie de “Prision Breake” es nada a comparación de lo que el peludo amiguito hizo.

Cayendo la tarde esperó a que la dueña llegara a verle, darle comida y cubrirlo del frío. En silencio esperó a que ésta (la carcelera)  apagara las luces y se retirara de aquella salita. Cuando ya no escuchó más sonido que el de su vecino comiendo felizmente y el latido agitado de su corazoncito, activó el plan. Sacó los bracitos por las frías rejas hasta alcanzar la manta que cubría su casita.
 Una  vez tuvo una parte dentro de la jaula comenzó a jalarla más fuerte y a morderla a modo de romper un  girón de la manta.

Se ubicó en el punto exacto donde se abría una de las puertas de la jaula azul, utilizó patas, dientes, pelo… y logró subir la puertecita un espacio ridículamente pequeño… por allí no se le escapaban ni los pensamientos, pero si entraba la manta que cubría su cárcel.

Mordiendo y jalando logró meter la manta por la puertecita hasta lograr abrirla. Cuando ya tenía un espacio lo suficientemente grande como para que pasara hasta el último de sus pelitos… lo hizo. Se escapó! Su plan había resultado a la perfección. Ya todo era cuestión de esperar escondido a que abrieran alguna puerta para escapar y ser realmente libre… pasó la noche en el cuarto de visitas e intentó descansar porque al siguiente día tendría que correr por su libertad.

Y pasó la noche.

Con lo que no contaba el peludo animalito, fue que “Chiri” el agente K9 008, el “lobo hecho perro” (como le llaman en los bajos mundos) al amanecer entraría a casa y sentiría un olor extraño por el cuarto de visitas.
La dueña se dio cuenta de la ausencia, la dueña pidió ayuda al agente 008 y el agente ubicó al hámster-enemigo-público… lo correteó, lo persiguió y justo cuando lo tenía a un mordisco de ganar la batalla, a un mordisco de comerse a aquel ratón, a un mordisco de completar la misión, sintió un golpazo en el hocico y sólo vio como la dueña regresaba a aquél hámster a la cárcel azul.

El ratón volvió a su sitio y aún llora su fallido escape.
El can recibió caricias y golosinas de recompensa.

Sin embargo, todas las noches si pasas por la salita con olor a ratón, verás a “Viruta” sentadito sobre su casita planeando un nuevo escape, porque lo último que un ratón-convicto-reincidente pierde, es la esperanza de la libertad. 

06 diciembre 2010

DÍA GRIS

Hoy fue uno de esos días, en los que te preguntas: ¿Por qué a mí?

La sorpresa al despertar, fue que mi amigo de batallas, el casi invencible “Logan” (mi pez ángel) me dejó para marcharse a los mares del cielo de los peces. 
Es, sin dudarlo, la pérdida escamosa que más me ha dolido. No sólo porque me faltará ver esa sombrita negra en la pecera; sino también porque se fue sin razón aparente.
Será otra sepultura en otra maceta, será ya sólo el recuerdo de mi enojón favorito.

La otra noticia desagradable es que “Maya” después de dar a luz a sus 6 perritos está insoportable.  Ha peleado varias veces con “Casiopea” y le dejó la nariz horrible, con cicatrices por todos lados. Debo admitir que el amor había sido más grande, pero hoy colmó mi paciencia la fea callejera…

De la nada, quizá porque voló una mosca, tal vez porque está sensible, o por la razón que fuera mordió a mi pequeño consentido “Chiri”. Una cosa es que se pelee  con otro perro grande, pero otra muy diferente es que desquite sus locuras con un pequeñín de tres meses.

Como la sangre es escandalosa, me asusté muchísimo al ver a mi chiquitín gritando y manchando todo de un color rojo que me alarmó y me llenó de tristeza, ganas de llorar y un enojo profundo para con “Maya”.
Seguí las indicaciones básicas que me dio mi padre para curarle las heridas a “Chiri” y no me queda más que esperar a que lo venga a ver a cas,a y rogarle al cielo, que no le queden cicatrices feas en su linda carita.


Ahora está debajo de la cama, dormido, descansando del susto… Mientras yo trato de solucionar el problema con la malcriada que lo lastimó.

29 noviembre 2010

AMOR CALLEJERO

Erase que se era una perrita, sin nombre, que vivía en las calles de una lejana urbe.
Erase que se era una familia amorosa que la adoptó y la nombró “Maya”.
Erase que se era, que como buena callejera, se enamoró de un perro callejero…
Maya pasaba las tardes completas pegada al portón, sintiendo los olores que emanaban de la calle que parecía extrañar, por primera vez, desde que había sido adoptada. Así fue como un día, un vecino callejero se cruzó frente al portón y surgió el amor. No fue amor a primera vista, porque nunca se vieron, fue amor a primera olfateada.
Pasaron los días y la familia tenía un visitante frecuente en las afueras de su casa. Pasaron y pasaron, hasta que llegó la oportunidad de consumar el callejero amor. Cuando alguien entraba a casa, un pequeño vano se iluminó para Maya y sin pensarlo, se escapó con las pulgas de su amor.
La dueña correteaba, ella suspiraba, la dueña maldecía, ella se enamoraba, la dueña tras su perrita corría y ésta a su vez, con el pulgoso amor se escapaba…
Luego de una corrida maratónica, tres tropiezos, risas de vecinos, gritos y de enviarle un maleficio al príncipe pulgoso… la dueña de aquella, antes perrita callejera, se cansó y quedó atrás. Limitándose a ver cómo, al compas de una silenciosa melodía canina, su perrita se escapaba con aquel perro, mezcla de gremlin con pejelagarto y perro.
Costó recobrarla, costó correr tras de ella, costó tirarle aguacatazos al príncipe pulguiento y costó regresar con la doncella enamorada del príncipe gandul.
Pasaron los meses y el perrito ha desaparecido de la cuadra… no quiero pensar, que el maleficio verdaderamente funcionó. Que un aguacatazo lo lesionó,  No quiero pensar que un rayo al vagabundo electrocutó. Lo cierto es que ahora la Princesa Maya, tiene 6 cachorritos, que Gracias a Dios no son una mezcla de pejelagarto con perro con zopilote.
Ahora me río de la aventura y abrazo a los cachorritos, pero…
¡¡¡¡¿¿¿qué voy a hacer con los 6 hijitos de callejeros!!!???

LOGAN, CANELA Y PAPRICA

En un terrible mar agitado y turbio nació un guerrero color ébano, negro como la noche que le vio nacer.
Ese horrendo mar de batallas y peleas, resultó ser una pecera de la ciudad capital, donde vivía el pez que más amo, de todos los siete mares. Un pez ángel color negro.
Logan lo nombramos. Realmente es un sobreviviente. Hemos tenido siete diferentes peces y, bien por una o por otra razón, o enfermedad, abandonaron nuestra pecera (A todos les di sacrosanta sepultura en macetas del jardín).
Volviendo al sobreviviente, no puedo decir más que, es muy especial. Sobrevivió ya a bacterias, comida con glucosa, depredación canina, cambios de comida y ph altos y bajos. Es un ejemplo de fuerza y amor a la vida.
Vive en el rinconcito más iluminado de la sala, junto a “Canela” y “Paprica”, dos pececitas ángel con las que convive muy bien.
Cuando estos tres fantásticos te ven acercarte a la pecera, nadan con rapidez hacia la parte más alta y se amontonan en un espacio, esperando que les des comida. Algunas veces incluso he podido acariciarlos cuando hacen esto. Están tan concentrados en su concentrado que te permiten tocarlos, si lo hacen con suavidad.

VIRUTA Y CAPULINA

No, no son los de la t.v., son dos hámster que viven en una sala de mi casa.
Son peludos, inquietos, suavecitos y mordelones. Ambos son machos y ambos, a veces, disfrutan de pelearse entre sí tanto como comer. Tienen dos casitas, una para cada uno, aunque noche a noche, tarde a tarde se disputan la casita color café. Viruta es el más activo, aunque es el beta. Capulina, por su parte es el macho alfa y el más calmado y mordelón.
Si los pones en la alfombra, no salen corriendo en la búsqueda de libertad, se quedan hechos una bolita aterrorizados por todo lo que hay fuera de su jaulita.
Capulina es el preferido de mi sobrino, aunque ya lo ha orinado varias veces. Viruta, para mí, es el más galán. Ambos lucen un trajecito de felpa color café mocca, muy a la moda en estos tiempos de frío. Ambos son parte de mi clan de amores peludos.


Les dejo aquí una foto de los dos hermanitos.
Perdón por el flash.

26 noviembre 2010

CHIRI

Este maravilloso amor peludo, llegó a la casa hace dos meses.
Mi novio lo nombró… ¿Qué si me agrada el nombre? Aún no lo sé. El pequeñín Huskey se llama “Chiricuto Cuchufleto” (dudas, sugerencias o alegatorias por el nombre, favor escribir a: www.sanatevergueador-dalekos.blogspot.com y hacérselo saber a mi compañero).
Ya saliendo de bromas, “Chiri”, como cariñosamente le decimos es un barítono molestón… Barítono porque no suele ladrar, canta o aulla o no sé, el caso es que hace sonidos extraños. Molestón porque rara vez se le acaban las baterías y siempre está mordiendo o correteando a quien tenga cerca.
Todo lo muerde, todo se lo come (incluso la comida de los peces)  y a todos molesta, incluyendo a Maya, a Casiopea y a Ebony; sus tres amigas. Es muy especial, es todo juegos y molestadera, 100% energía pura.
Cuando tocas la armónica y el está cerca tendrás un doble concierto de notas musicales y aullidos descontrolados. Mi barítono perruno todas las mañanas cuando entra a la casa, no ladra… grita y hace sus sonidos como diciendo: Hola! Vamos a jugar? Ya me tenés mi desayuno?
Día a día crece, y de tamaño hámster a pasado a ser un gordito cachorro enorme. De chiri, que lo he nombrado “Chiriberto Alejandro” (porque no me termina de convencer el otro nombre) tengo muuuchas historias que contar; así que, espero sirva publicación como carta de presentación para futuros posteos.

POR QUÉ “MAYA”?

Necesito un post especial para explicar el nombre maya de mi perrita especial.

Maya, (como pueden leer en publicaciones anteriores) fue una cachorra de raza Alaskan Malamute que me robaron y extrañé durante muchísimo tiempo.
De vez en cuando, cuando andaba cabizbaja y necesitaba un abrazo perruno, me parecía encontrarla en la calle y tenía falsas alegrías. Mi imaginario y mi amor, a medias, por la famosa Maya, me hicieron ver muchas similitudes entre mi cachorra con pedigree y la linda vagabunda que se me cruzaba por las tardes. Así que, a salud de mi extraviada amiguita nombré a la bella callejera MAYA. No sólo por su.parecido, sino porque es de raza “Pastor Maya” (made in Guatemalan streets).




MAYA

Por fin llegó el momento de escribir de mi amor peludo especial “Maya”.
A esta perrita la vi como 7 u 8 veces en la calle, porque pasaba el tiempo en un comedor de un poblado próximo a donde vivo. Siempre la veía velando comida, intentando caer bien para que la alimentaran. Me partía el corazón saber que yo regresaba a casa, a jugar con las mías y ella se quedaba allí esperando a por alguien que le diera comida y amor.
Lo platiqué con mi novio, lo pensamos bien y decidimos adoptarla. Un día cualquiera cuando íbamos de regreso de labores la vi y supe que era el día que tendría un hogar… efectivamente así fue. Mi compañero se encargó de tomarla, darle confianza y subirla al carro; aún con las advertencias que varias personas nos hicieron: “cuidado que esa muerde!”, “Ese chucho es bravo, tenga cuidado”
Resultó que el afamado chucho bravo, era una pobre perrita deseosa sólo de amor y llegamos sin mordidas ni rasguños a casa. El saco de huesos peludo no nos mordió!
La alimentamos y le dimos quizá la primera caricia de su vida. Decidimos  que era (por sus características físicas) una mezcla de Huskey con callejero…  Denominamos su raza como “Pastor Maya” o, corriente pues.
Está adopción, poco ortodoxa, nos costó la remodelación del portón y muchos cambios en casa. Maya intentaba escapar todos los días a toda hora, en cada segundo y con cada oportunidad que se le presentaba. Cuando lograba escaparse, siempre regresaba “a la hora de la comida”. Costó mucho, pero quince días después nos entregó su corazón y su amor.
Luego de muchas visitas al veterinario (mi padre) y de muuuuchos platos de comida, ahora es la hembra alfa, mantiene en orden a su manada y nos defiende con toda la fidelidad que le cabe en su corazoncito.

¿Recomiendo recoger a un perro de la calle? Definitivamente SI. Es la mejor experiencia que he tenido, por mucho, de entrega, fidelidad y amor.

22 noviembre 2010

EBONY

la primera vez que la vi me enamoré de ella.
La conocí en casa de mi novio, con su manada, de un mes de nacida. Su madre es Casiopea, su padre desconocido. Era un pequeño peluche de brillante pelo negro. Era independiente, pequeñísima y amorosa.
Al inicio la veía sólo los fines de semana, pero se enfermó y necesitó de mayores cuidados y atenciones, de esos que sólo una persona dispuesta a dar todo, puede dar. Resultó entonces quedándose en mi apartamento. Allí la nutrí, le di medicinas, suero y amor, amor y amor. Tan sólo unos cuantos días después ya se veía fuerte y llena de energía. El único problema, era que carecía de un nombre propio…  fue entonces que me pareció que ese dulce tan negrito debía llamarse de forma especial, así que la nombré “Ebony”, como el ébano, como el color oscuro de su pelaje.
Hoy Ebony vive en casa, acompañada de su mamá y de más amigos. Es cariñosa, melosa, y da besos sin parar. Cuando juegas con ella a “tirarle la pelota” o cualquier peluche, sabe bien que debe ir por el juguete, pero es tarea titánica que te lo devuelva.

Me gusta mucho, porque siempre que despierto y bajo a la sala la veo a través de la puerta esperando por mí. Y cuando llego a casa, por las tardes, siempre la encuentro tras de la puerta, saludando y dando amor, amor y amor.

CASIOPEA

Casiopea era la esposa del rey Cefeo de Etiopía y madre de Andrómeda, cuya belleza era superior a la de la de las Nereidas.
Casiopea, también es, la labrador dorada de mi compañero y mía. Lleva ese nombre por ser notoriamente bella; razón por la cual llegó a los brazos de mi novio, hace casi dos años.
Yo la conocí muy flaquita, cuando acababa de haber tenido su primera camada, hoy está muy lozana y gordita y vive en nuestra casa acompañándonos día a día. Llevo casi un año de disfrutar de su compañía. Al inicio, tengo que confesar, era un poco molesta por ser demasiado juguetona y por tener la manía de comerse la ropa que se pone a secar al sol; sin embargo amor es amor y me ganaron su simpatía, lo amistosa que es y su pelaje suave y brillante.
siempre quiere jugar, siempre tiene juguetes y siempre tiene un abrazo por dar.
Hace unos meses descubrimos que tiene una característica muy especial, se sube a las palmeras. Aunque no pareciera cierto, con tal de tener sus peluches es  capaz de treparse a los lugares menos pensados sin pensarlo dos veces. Es entonces, una mezcla de perro con mono amoroso.


14 noviembre 2010

UNA NUEVA ETAPA DE AMOR

Con mi amor verdadero, mi novio, vinieron muchas sorpresas bellas y momentos increíbles, mi vida tomó un giro hermoso y con todos los cambios hermosos, aparecieron seres hermosos y entre ellos nuevos amores peludos.

Hace casi un año que vivo con mi compañero de vida, es un hombre maravilloso que tiene costumbres y cualidades maravillosas, una de ellas es el amor a los animales, denominador común que hemos compartido durante cada uno de los días de amor y felicidad que llevamos juntos.
Al inicio éramos sólo él y yo, pero no tardamos en hacernos y llenarnos de amores peludos que le dieran un toque especial a nuestras vidas…  Escribo este post en especial, porque desde que estoy y comparto con él mi vida cambió y comparto el amor a la naturaleza, la vida y los animales con él, en la etapa más bella de mi vida.

INTENTANDO TENER UN AMOR PELUDO

Durante toda mi vida, he tenido mascotas en casa, así que cuando comencé a vivir sola, sentía que me hacía falta un amor peludo para compartir los momentos ociosos de mi nuevo estilo de vida.
Aunque estoy en contra de las “Mills” o fábricas de perros manejadas por humanos inconscientes, compré una perrita en una veterinaria, pensando que la salvaría de estar enjaulada todo el tiempo. Así es que ahorré algo y un día, sin elegir tanto regresé a mi apartamento con compañía.
Regresé con una lobita, como dijeron mis vecinos. Conseguí una Alaskan Malamute de dos meses, una pequeña cachorrita que me enamoró. Cuando llegó a casa yo no sabía nada de los cuidados especiales de la raza, poco a poco me fui enterando y los fui descubriendo junto con “Maya” como la nombré.
Con esta perrita me encariñé terriblemente, al punto de conseguir permiso para llevarla al trabajo todos los días… aunque suene a locura o a mentira es totalmente cierto, no hubo un solo día que no estuviéramos juntas. Día a día caminábamos dos kilómetros, uno para llegar al trabajo y otro de vuelta a casa, así lograba mantener la energía de una Malamut bajo control.
La tuve conmigo unos cuantos meses, cuatro nada más, resulta ser que siempre hay personas de mal corazón, (de esas que sobran) y una de esas me la robó. Un día un ser mal intencionado entró a mi casa y se la llevó. Lloré mucho, la extrañé más. Me dejaron sin compañía y sin mi amor peludo. Lo que más me ponía mal era pensar que, con toda seguridad, ella me extrañaba y que sus nuevos dueños no la consintieran como yo. Fue un capítulo muy triste.
No pude y no quise volver a tener una mascota durante mucho tiempo.

ROSITA Y MOFY

Yo quería una novia para Max, y un amigo de la universidad tenía una french poodle toy también, así que “los cruzamos”, y tuvieron una camada de 5 graciosos peluches. Yo me quedé con una, que les resultó fascinar a mis hermanos y se resultó quedando en casa. Mi hermanita le llamó: “Rosita Fresita”, nombre que hasta ahora conserva.
Rosita estaba llena de sorpresas. Sinceramente creí que iba a ser como Max, tranquila y silenciosa, pero resultó ser un demonio disfrazado de peluda oveja. Rosita está un poquito loca. Corre por todos lados, no respeta las flores, entierra su comida dentro de las macetas y cuando la quiere de vuelta tira tierra por todos lados. Costó mucho enseñarle que no debía orinar dentro y tampoco hacer del dos debajo de los sillones!
Es especial, es llena de energía y amor. Siempre la vi como un poco tonta y vive su vida siendo felizmente bobita.
Rosita ha tenido 36 cachorros a lo largo de sus seis o siete años de vida… ¿qué puedo decir? Max no la deja tranquila. De la primera camada que tuvo, nos enamoramos del más pequeñín de los peluches recién nacidos. Era más pequeñito que sus hermanos, se veía como el más indefenso y el más tierno, tanto que nos fue imposible dejarlo ir…  se quedó en casa de mi papá.
Yo le nombré: “Pushito” porque era un pushito, una pequeñez, una diminutencia, un poquito de perro. No era perro era un Pushito de perro. Sin embargo, poco le duró el nombre. Mi hermana le llamó luego “Mofy” y hasta la fecha es Mofy como le llaman.
A mofy lo conocí poco tiempo, porque él se quedó en casa de mi papá y yo salí de allí. Yo todavía lo vi como un tierno cachorro. Sin embargo, según mi hermano “el Mofy está loco” y según mi hermana: “El Mofy es raro”… resulta que el tierno animalito se convirtió en un terremoto, en un loco animal, que es mal criado, que es hasta insoportable algunas veces.
Pero aún insoportable, es un amor peludo para mis hermanos  y lo quieren muchísimo… aún loco es un integrante amado de la familia.
Es gracioso ir a casa de mi papá porque cuando llegas te reciben tres chistosas criaturas colochas y diminutas. Tres bolitas de algodón blanco, Max, Rosita y Mofy. Los tres diferentes y los tres amados y consentidos.

MAX

Yo tenía doce años, mi hermano uno. En la casa sólo estaba el Sam (nuestro pastor alemán) que era mi consentido.
Mi madrastra llegó un día a casa con algo inesperado entre las manos… Era una bolita blanca peluda, una cosa que no lograba definir, un peludísimo peluche que… parecía moverse y tener vida!
“Max”  era el nombre de aquel peludo visitante, tenía un año y había llegado con nosotros para quedarse. El perteneció a otra familia, pero sucedió lo que pasa con muchos cachorros. Al inicio los atienden y les parecen graciosos, pero con el paso del tiempo el amor se agota y la paciencia con ella.  Pobre Max no lo querían en su mismo hogar!
Lo rescatable, es que ese día la vida y la fortuna le cambió a aquel pequeño e indefenso colochito porque encontró en mi familia un verdadero hogar que le amara. 
Nunca había tenido a un French Poodle Toy y me parecía un tanto ridículo el tamaño tan portátil, pero con el paso del tiempo  nos fuimos acostumbrando a todas sus diminutencias, y centímetro por centímetro, Max se fue apoderando de nuestro corazón. Comía poquito, no hacía ruido alguno y le encantaba pasar las horas cerca de cualquier miembro de la familia.
Era chistoso ver juntas a las dos mascotas de la casa, Sam con su gran tamaño e imponencia y Maximiliano, como hasta la fecha le llama mi papá, tan pequeñito de todo. Verlos jugar siempre fue gracioso, porque el terrible Sam, con su terrible velocidad y su terrible tamaño era  muy cuidadoso de no dañar a su enanito compañero. Y así entre juegos y dormir todas las noches en mi cuarto fueron pasando sus cinco primeros años en casa.  Debo admitir que el nuevo peluche y yo nos entendimos muy bien y a donde iba yo, el iba también…
Mi hermanita nació unos cuantos años después de la llegada de Max a la casa y, al igual que mi hermano, con el paso del tiempo se fue enamorando de Max al punto de convertirlo en un amigo peludo.
Han pasado los años, y Max sigue en casa de mi papá, allí ha vivido otros cinco años sin mí, peor en compañía de mis hermanos. Ahora a sus once años es ya una senil bolita de algodón. No tiene colmillos, se le han caído otro par de dientes, sus colochos ya no brillan como antes y su actitud es terca y necia, como buen ancianito.
Dicen que el máximo de edad de un perro son doce años, lo sé bien, porque Sam y Pelusa nos abandonaron luego de cumplir sus doce, Max tiene once y fracción, me da tristeza pensar que la naturaleza haga su trabajo. Lo que me tranquiliza es que Maximiliano ha vivido diez años maravillosos en casa, ha tenido muchos hijitos, ha estado tranquilo y ha recibido todo el amor que le hemos podido dar  ¿Acaso no es eso Felicidad?, me gusta pensar que si, que ha sido total y completamente feliz.
Aunque ahora le cuesta reconocerme, Max sigue y seguirá siendo un amor peludo que marcó mi vida, por todos aquellos momentos que pasamos juntos, todas aquellas carreras corridas con él, todos los momentos en los que lo peinaba y lo acariciaba, y por todas las historias que me escuchó e incluso parecía entender.

12 noviembre 2010

EL CHATO

Gracias a “Chato” tuve mi primer acercamiento al mundo de los roedores, que parecen muy poco gracioso a las mujeres en general.
“Chato” llegó a casa en una bolsita de mano azul (en esas en las que metes la refacción cuando trabajas) la llevo una novia de mi padre (hoy su esposa). Según ella, un ratón se entró a su casa y cuando le quiso dar un escobazo (típico) para aniquilar al pobre ruidoso, el boom!, el zaaas!, el pow!... lo vio diferente. Se podría decir que hasta lindo lo vio.
Como pudo, sin tocarlo, lo llevó a nuestra casa. Mi papá, que es veterinario, le sacó de dudas y le explicó que era un hámster (no eran comunes  o famosos estos animalitos, en esos tiempos, en donde nosotros vivíamos).
Sucede que una niña shute coincidió en el mismo espacio de la consulta veterinaria y no hubo más que dárselo, aunque fuera un extraño tipo de ratón.
Unas cuantas docenas de mordidas después “Chato” se acostumbró a mis manitas, mi pelo y mis apretujones. Aunque tenía su jaula de vidrio, de día solía andar conmigo, entre alguna bolsa del suéter o prendido, del pelo o de cualquier sitio.
El malcriado “Chato” padecía de considerarse familiar de Houdini. Perdí la cuenta de cuántas veces se me escapó y cuántas veces lloré pensando que le había perdido.
Lo gracioso, fue que conseguí un método INFALIBLE para recuperar a “Chato” cada vez que se escapaba.  Mi técnica, poco ortodoxa, incluía a “Sam” mi Pastor Alemán.
...

Recuperando al Chato.
Pasos:
Primero, descubrir que el bandido de “Chato” ya no estaba en su jaula.
Segundo, llamar a “Sam”.
Tercero, darle a oler el tronquito en el que dormía “Chato”…
                          oler, oler, oler y
Cuarto, Dejar que mi perro “Sam” encontrara al Houdini roedor en los lugares más insospechados de la casa y regresarlo a su jaula.

Este método lo usé innumerable cantidad de vez, todas exitosas.
“Chato” estuvo conmigo como 5 años (aunque mi papá jura que fueron dos) me abandonó por viejito y por gordo. Guardo buenos recuerdos de mi dientudo amigo.

08 noviembre 2010

JOSEFINA

No has escuchado, la canción aquella de “la gallinita”… Pues esa canción de Los Iracundos (si no estoy mal) es la razón del nombre de la gallina que recuerdo con más cariño.
“Josefina” era ruidosa, fue pequeña, luego grande y gorda, gorda. Era negra.
Me gustaba pensar que, cuando movía la tierra y hojarascas con las patas, era porque estaba bailando el twist; así que al día, le cantaba un par de veces la famosa canción. Tonterías de niña!

Creo, sinceramente, que la “Jose” fue un intento porque yo ayudara en la alimentación del resto de animalitos en la casa… y funcionó! Todos los días a la misma hora disfrutaba de irle a dar comida a los Chompipes (pavos o guajolotes), a las gallinas y a mi “Josefina” que, por demás está decirlo, era diferente de todas sus gordas compañeras. Era mi amiga.
La “Jose” se escapó de las feroces fauces de “Sam” unas cuantas veces, era muy lista; tuvo muchos pollitos y yo no lograba comprender, como ella siendo negrita me había tenido varios pollitos amarillos y café y sólo un pollito que era la viva imagen de ella.
Mi “Josefina” acabó en un caldo… ese día yo no comí. Me dijeron que se había muerto y la habían enterrado y que la gallina que estaba en el caldo era otra del mercado… pero… no, siempre supe que no era cierto.

Hasta la fecha, cuando veo alguna gallina moviendo tierra con las patas... pienso que está bailando el Twist!

05 noviembre 2010

DAISY

Daisy, aunque es nombre de pata, fue una tortuga. Una verde, mordelona y lenta tortuga. Disfruté mucho con ella; lo que no disfrutaba era cuando me hacían limpiar su pecerita ufff cómo me caía de mal!
Aunque este tipo de animalitos son sólo para ver o para adornar un espacio, a Daisy yo le permitía salir al patio a jugar. Algunas veces recuerdo haberla perdido por varios minutos en el patio. Dónde rayos se metía! Pero siempre volvía.
A Daisy nunca la vi grande siempre fue pequeñita y fría como un cubito de hielo, me gustaba imaginar siluetas y formas en su caparazón, siempre eran diferentes. La perdí definitivamente un día que la dejé olvidada en el patio… niña al final de cuentas no?

04 noviembre 2010

SAM

A la “Pelusa” le tocó decir adiós a su hijita “Muñeca”, ya sólo éramos ella y yo… hasta un día que recuerdo increíblemente bien.
Yo tenía 7 años y regresé del colegio, como “buena niña” tenía las manos asquerosas de no-sé-qué y fui al baño, a regañadientes, para limpiarme antes del almuerzo. Cuando entré al baño había alguien esperando por mí...
Era un regordete y tierno cachorro de Pastor Alemán. Mi padre lo consiguió, graciosamente, de una camada que tuvieron los perros de su jefe (que era de nacionalidad alemana).
Inmediatamente y más rápido que decir “Paranguaricutirimicuaro” salí a preguntarle a mi abuelita:    1.- De quién era el cachorro?   2.- Si podía quedármelo   y 3.- A qué hora llegaba, ese día, mi papá para hacerle el mismo cuestionario.
Cuando mi papá me confirmó las sospechas que anidaban en mi corazoncito, fui la niña más feliz de todo el país y lugares circunvecinos. El cachorro era nuestro!! Ese panzudito peluche, con vida era nuestro!
Al inicio mi abuelita no lo quería en casa, cosa que no nos quitó el sueño a mi padre y a mí jejeje, luego el mismo cachorrito hizo el trabajo de enamorarla profundamente. Su nombre fue  SAM, Samuel como le decía mi papá.
Sam era dinamita pura, sólo le veías ir y venir (casi a la velocidad de la luz), me costaba ir a su paso. Orinaba por todos lados, se hacía del dos en el cuarto de mi papá, molestaba uff ¡A ese juguete no se le acababa nunca la batería!
Cierto día, mi abuelita me compró 24 pollitos. Si 24! Los cambió por botellas jajaja!! Y como en casa había habido tienda, le dieron nada más y nada menos que dos docenas de amarillas diminutencias que se limitaban a decir pí pí pí pí. Cuando llegué a casa enloquecí con tanto animalito bello. Mi abuelita les hizo un corral temporal para que pasaran la noche y nos fuimos a dormir todos muy tranquilos… la sorpesa… adivínenla…
Si, efectivamente mi rechoncho “Sam” encontró 24 sabrosos aperitivos en uno de los patios...Hay pobre mi abuelita sufriendo por los pollitos! Yo no digo que no me haya afectado perder a 24 animalitos, sólo que… Sam, para ese entonces, ya era mi mejor amigo y lo tenía que apoyar, además (esto es un secreto, no se lo digan a nadie) prefería a mi “Sam” que a 24 ruidosos pí pí pí.
Mi tío, enamorado de “Sam” decidió comprar uno, un hermanito, así que, de una camada posterior obtuvo a Kaiser. Digamos que se parecía a mi perrito… pero no tanto (El nuestro era más galán) Kaiser tenía orejas de burro, siempre lo he dicho y siempre lo diré!
El caso es que Sam con su hermanito menor (orejitas de burro) fueron un dúo incondicional, jugaban a cualquier hora del día y en cualquier lugar. Los patios de las dos casas contiguas, que eran increíblemente amplios, no les eran suficiente. Sólo corrían, jugaban, corrían y jugaban. Aún los veo jugando al escondite y Tenta entre ellos dos. Grandes recuerdos!
Años después, ya cuando “Sam” era un guapísimo perro adulto, nos mudamos de la casa de mi abuelita (que ha sido la más maravillosa, enorme, e increíble casa de mi niñez) “Sam y Pelusa” dijeron adiós a ese sitio encantado y, junto con el, a Kaiser. Los hermanitos se pusieron muy tristes luego de la separación, pero supieron superarlo.
En la nueva casa, con olor a nuevo, color nuevo, pasto nuevo y flores nuevas, “Sam” también fue feliz y me dio muuuchos años de amistad incondicional. El mayor recuerdo que guardo de mi perro, en este lugar, tiene mucho que ver con dos palos de naranjas… Sucede que mi Sam era adicto a éstas (y a los chicharrones). Dos veces al año, los arbolitos se cargaban con centenares de naranjas dulces, tanto, que no éramos capaces de comérnoslas todas. Las regalábamos a los vecinos, pero, tampoco lográbamos acabar con ellas y su rico sabor. En esas temporadas tomábamos jugo de naranja, naranja con limón, naranja en la ensalada, naranja con pepita y en mil formas más para no desperdiciarlas. Sin embargo, todos los días se caían naranjitas al piso que resultaban una exquisitez para el Sam. El se las comía con cáscara, cuando yo andaba cerca, o cualquiera de la familia, se las pelábamos y se las comía en gajitos. Hasta tres y cuatro naranjitas de vez en cuando… Momentos lindos y recuerdos dulces.
Mi amigo vivió como diez años junto a la familia. Ya siendo viejito adquirió las típicas enfermedades congénitas que nos arrancan de los brazos a nuestros Pastores Alemanes.
“Sam” está enterrado en el patio de la casa de mi papá, bajo un árbol de naranjas dulces, tan dulces, como él.

02 noviembre 2010

MUÑECA

Siguiendo con la biografía animal, les cuento acá una historia de como una bala y una mala persona nos pueden quitar a una buena amiga.
Muñeca fue una cruza de samoyedo, color café
Esta peculiar y retozona animalita fue hija de la “Pelusa”, llegó a casa con una camada de 6 (creo). El día que la llegaron a traer quienes la compraron (fue la última en venderse) lloré y no la dejaba ir, la apretaba contra mí al punto de sacarle el aire… Por alguna razón cariñosa sabía que debía quedarse con nosotros. ¡Qué pena habrá pasado mi padre al decirle al comprador que ya no se la daba! Pero no me importó, desde ese día fue mía y sólo mía jejeje.
La muñeca, no tenía nada de muñeca, tal vez un poco fea, era de apariencia divertida, peludísima, color café y negro, regordeta, juguetona, en pocas palabras mi compañera de expediciones en el patio. Con ella jugábamos, hacíamos pasteles de lodo, que ella siempre me arruinaba, yo la peinaba, la abrazaba, apretujaba y le hacía piojito.
Muñeca, no estuvo mucho tiempo en casa. Fue víctima de las malas intenciones, de la gente de malvado corazón; el día que murió fue muy importante para mí. Ese día juré cuidar a los animalitos y no ser como, esos que andan sueltos por allí, que dañan a los animales y nos roban a nuestros fieles amigos. Muñeca murió por una herida de bala en el lomo, pasó dos días muy mal. Aún la recuerdo tendida en el piso… ella y su peludísima figura moviéndonos la cola una última vez.  Lloré, fue la primera despedida de una amiga, desde que tengo conciencia.
Cuando estuvimos, por vez última en el patio, recuerdo haberle hecho una promesa, que hasta la fecha conservo. Nunca dañar a ningún animalito, por más feo o raro que sea, o por más mal que me caiga, Nunca. Ellos tienen las mismas oportunidades de existencia que las nuestras y debemos respetarlos, hoy en día, todavía cuando veo que a algún perro le hacen daño me recuerdo de ella y llego a la conclusión que: “tras de cualquier perro, incluso callejero, hay un niño que le cuida y le ama”.
Con muñeca, me robaron muchos momentos a futuro, juegos, carreras, expediciones y abrazos. Me la quitaron físicamente pero NUNCA de mi imaginación, de mis recuerdos y del corazón.
 Como todo lo malo debe tener su lado bueno, lo bueno que rescato es el amor incondicional a las criaturitas, el juramento de respeto hacia cualquier bicho de este mundo.

trailer de Hachiko en Español

Hola Bloggers!

Anoche vimos, en familia, una EXCELENTE película.

Debo confesarles que lloré durante la mitad de toooda la película jejeje.

Les recomiendo verla, no sólo por las lágrimas, sino por el mensaje y porque es una historia basada en la realidad. HACHIKO. 100 puntos!

PELUSA

Siguiendo con mi biografía animal...
A quien recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja es “PELUSA”, una samoyedo hermosa, blanca, pacífica, pequeña, cariñosa, permisiva…
Me dejaba sentarme en ella e imaginar que era Falkor, el dragón de la película La Historia Sin Fin. La “Pelusa” me acompañó hasta mis trece años de edad, vivió doce. En mis archivos fotográficos (mentales) la veo con pintas verdes hechas con marcador, con manchas de besos de pintalabios, con ropa de la abuela, echada al sol y cuidando a la que me dejaría como mejor amiga, una cachorrita.
La Pelusa estuvo conmigo siempre, no recuerdo un solo día de esos doce años en el que no tocara su nívea cabellera, que no me moviera la colita vivaz que tenía. Me acompañó en mudanzas, en momentos familiares difíciles, durante mis lecturas en el patio… SIEMPRE. Para algunos de mis primos era un pony, para otros, sujeto de experimentos y, hasta blanco de bromas de mal gusto; sin embargo, Pelusa nunca protestó, siempre fue calmada y tranquila.
El día que nos dejó fue muy triste. Cuando regresé del colegio sólo me dijeron que la habían encontrado tendida a la par del auto de mi padre (donde a veces descansaba bajo el sol). Ese día dije adiós a mi primer mejor amiga, la que fue mi paño de lágrimas, mi confidente y mi dragón volador...

31 octubre 2010

Biografía

Ellos fueron míos o yo fui de ellos? todas mis mascotas

Cuando vuelvo la vista hacia atrás puedo recordar con claridad a muchos amigos que estuvieron conmigo en las buenas, las malas y las peores, recuerdo algunos momentos con mucha claridad y otros muy vagamente. Cuando recuerdo los buenos momentos, revivo ese dolor en el estómago provocado por las risas, o mariposas,  el calorcito de un abrazo, correr en el patio de mi abuela, o simplemente pasear con mi padre.
Sin embargo, en este archivo de los buenos momentos, no puedo excluir a los instantes en los que corría con mis perros, o cargaba a mi gato, las cosquillas de mi hámster, o incluso las bromas (de mal gusto) que muchas veces hice con mascotas no tan comunes. Recordar a cada Amor Peludo, (plumudo o escamoso) me genera una satisfacción similar a tener el sol de frente en un templado amanecer y me hace recapacitar en la pregunta del millón de dólares: ¿Yo los tuve o nos tuvimos?, ¿Yo les daba amor y cariño a ellos o ellos a mí?, ¿Acaso fue bidireccional el amor?
Biografía animal
La primer mascota que tuve, según mi padre, (porque yo no lo recuerdo) no radica en mi memoria, más bien en fotografías viejas. Ese pobresito animal, que dicen que no dejaba en paz con cariñitos, apretones, jalones y demás fue un gato… su nombre, no lo recuerdo, sólo sé que el gatito vivía en la casa de la madre de mi mamá.
A quien recuerdo, también vagamente, en mi archivo de niñez es a “Perla”, fue una perrita, desconozco su raza, era pequeñísima (igual que yo), negrita, de ojos grandes y húmedos. Tengo vivo el recuerdo de buscarla bajo los muebles y de llamarla en el patio. Gracias a una fotografía no la olvido. Detallaré en próximas entradas a cada uno de los integrantes de mi propia lista de amores peludos.

30 octubre 2010

Mis Mascotas

Inicio este blog bajo la fascinación que nos provocan, a muchos, nuestras queridas mascotas .  Personalmente cuento con ocho de ellas. Un pez ángel, un plecos , dos hámsters y cuatro perritos; dos Huskeys y dos labradores. Locura o amor a las mascotas? Jaja en el proceso de lectura lo iremos descubriendo.
Bienvenido seas nuevamente lector a tu espacio de lectura y escritura y… a mi mundo animal!

29 octubre 2010

Bienvenida al lector

Hola lector, bienvenido seas a mi espacio!


Quién no ha tenido un perrito que le salude entusiasmado cuando llega a casa? o bien, un gato que le robe la comida que pensaba guardar, un lorito que imite la tos de la abuela, un hámster con complejo de Houdini...

De pequeños, muchos padres nos inculcan el amor hacia perros, gatos, hámster, pollitos, patos, etc. (especialmente en nuestra América Latina); sin embargo, con el paso de los años y la llegada de las responsabilidades, enojos y mil tareas, nos vamos separando de esos seres que compartieron tantas aventuras con nosotros.

Debo confesar que, en mi caso, sigo aún muy apegada a los animalitos y, por eso, creo este blog con la finalidad de contarte sobre mis mascotas y las experiencias divertidas, alocadas, tristes y enojonas que me provocan.

    Mi objetivo: Que, aunque llegues cansado a tu hogar, le des una caricia a ese ser incondicional que dejas en casa.

Bienvenido entonces,