Amores Peludos

Amores Peludos
Uno de mis amores peludos

24 febrero 2011

CHIRI HIZO “POOF”


Normalmente cuando un cachorro llega a casa pensamos que su minúsculo tamaño durará eternidades pero es un estado tan efímero…

“Chiri” llegó a casa hace 5 meses y medía un poco más de treinta peludos centímetros. Cabía bajo cualquier mueble o en casi cualquiera de mis bolsas. Era tan pequeñito que hizo del espacio entre la cama y el piso, su nidito, allí dormía y se retiraba a descansar.


Era gracioso verlo corretear y aprender a saltar, ver como corría con aquella panzota intentando no caerse en el terreno del patio, que le quedaba grande. Vaya si no lo disfrutamos con su diminuto tamañito y sus gigantescas energías!

El tiempo fue pasando con minutos, semanas y meses, y Chiri fue creciendo en peludés, centímetros y libras. Poco a poco íbamos notando diferencias como, que le apretaba su collar, que le costaba salir de bajo de la cama y que saltaba con más presteza las gradas y los obstáculos en el patio.

Hasta cierto punto creo que el amor me encegueció y yo lo seguí viendo, durante muchos meses como un chiquitín enanito, pero desperté del peludo hechizo un día que lo vi, a través de la ventana, y como estaba de espaldas, creí que era “Maya” la más grandota de la manada.

HIZO “POOF”!

Como un poporopo  en su punto, como un pastel con levadura, como un algodón de azúcar listo para comer. Creció y se convirtió en un perro, aún cachorro, pero con el tamaño de un adulto. Ahora es el más grandote y gordote de la manada (aunque siga comportándose como el más pequeño y consentido de todos).

Sucedió magia en mis narices y pasó de ser mi más pequeño-peludo-amor a ser mi más grande y gordo peludo-amor.




14 febrero 2011

Renuncia a la Falsa Libertad



Cuando “Maya” (mi ex callejera) vino a casa era muy especial, diferente, quizá hasta antipática y antisocial. Se la pasaba construyendo planes para escapar de la casa, oliendo bajo el portón y mirando al cielo, como queriendo escapar, como queriendo volar a su anterior vida de sufrimiento y libertad.

De eso ya hace mucho. No recuerdo ya cuanto tiempo. Unos diez meses quizá.
Poco a poco fue sucumbiendo a los rostros de sus amos que parecían no dañarla, sino todo lo contrario, la alimentaban y tenían una extraña afición de tocarle su pelaje. Vaya necia costumbre que le disgustaba tanto!

Su manada comenzó con dos labradores hembras a las que no tardó en poner en cintura y enseñar a ladrar; aunque no jugaba con ellas, les mostró cómo ladrar y cómo intentar escapar una tras otra, tras otra, tras otra vez hacia la falsa libertad…

Con el tiempo, Maya comenzó a recibir con menos disgusto las caricias de sus amos, familiares y conocidos, no falto, por supuesto, el par de manos que quiso morder… lentamente se fue acostumbrando a su patio de juegos, a no entrar a la casa, a dejar sus regalitos en un mismo sitio, a comer con otros e incluso a sentarse y dejar que las labradores corrieran a su alrededor.

La sorpresa fue cuando llegó a casa un pequeño Husky de dos meses, con este nuevo integrante venían más retos y más metas. El pequeñín era necio, molestón y sin conocimiento ni bases del respeto a sus mayores; cosa que, a base mordidas y empujones, luego de un tiempo comprendió.

Maya entonces, parecía no querer a ningún otro perrito, se alejaba de todos y se limitaba a ver como la amistad crecía y crecía entre los otros tres… pero algo pasó...

Cierto día, llegó a recibirme a la puerta, saltando, y en otro momento hizo algo que tuve que ver un par de veces para creer; movía la cola al vernos, y no sólo eso, corría de un lado a otro cuando llegábamos a casa. Al despertar nos esperaba frente a las puertas de vidrio, para poder vernos y cuando aprendió a abrir puertas (porque lo sabe hacer muy bien) llegaba directo al cuarto a saludarnos.

No sé que le habrá hecho cambiar, tal vez sólo se dejó llevar por los sentimientos y por la confianza. Tal vez fue eso o fue amor.

Luego de toda esta revolución nacieron sus cachorros y de los seis que tuvo, uno se quedó en casa. Al principio volvió a ser agresiva, malvada, gruñona y fea, pero parece que era para proteger a su pequeño. Pronto, dejó que todos jugaran con su cachorro y comenzó a ser más dulce y amorosa.

Ahora que su chiquitín ya tiene tres meses, me ha tocado presenciar los más maravillosos cambios de su vida. Hoy juega con sus amos, corre a traer la pelota! (o la naranja, según sea el caso) salta, juega con su cachorro, juega con el resto de la manada e incluso duerme, a veces, a la par del Husky (que ya no es un cachorrito).

La “Mayita” ya no huele por debajo del portón, ya no calcula escapes y si ve al cielo, es para esperar que caigan nísperos o aguacates de los árboles, no para extrañar su aparente libertad.
Reconoce su nombre, llega cuando la llamas, se sienta, es paciente y su colita tiene un movimiento que nunca había tenido.
 Me atrevo a resumir que, es simplemente feliz. Que ha superado todo su pasado y que nos ha adoptado como familia, y nos ama.

Justo ahora, escucho el sonido, allá afuera, de los juegos de los cinco integrantes de la manada que Maya lidera y que son sanos, felices y llenos de amor. Misión Cumplida he de decir. Rescatar a un saco de huesos que velaba sobras en la calle me ha dado una mejor amiga, que me quiere y me protege… porque si se trata de cuidarme es malvada; pero si se trata de darme cariño, es perfecta!



29 enero 2011

El Gremlin que me ganó el corazón


Hace como cinco meses me enojé, como nunca en mi vida, al ver a mi preciosa “Maya” escaparse a tener una aventurilla amorosa con un gremlin callejero.

Ese día le lancé una maldición gitana al desventurado animalejo, que se aprovechó de mi necesitada cachorrita y, como si fuera poco, del enojo le di un par de aguacatazos porque fueron lo primero que encontré… Deseé que un auto le atropellara la cola, que se doblara un tobillo, que se le pegaran más pulgas y que un ropavejero se lo llevara en su costal…

Desde ese día no había vuelto a ver al príncipe pulgoso por ningún sitio y, sinceramente, me asusté. Pensé que ya lo habían hecho tacos de carne de perro, gracias a mi terrible maldición. El chiste, es que todos los días que salía, esperaba encontrarlo, verlo aunque sea, para no sentirme mal. Quizá hasta extrañé ver esos ojos raros de callejero.


La conciencia me mataba, buscaba al perrito entre las calles, frente a las tiendas y los comedores y al no encontrarlo pensé que lo último que había hecho en esta vida, fue darme 6 nietecitos, fruto de la escapada con “Maya”…

Cuando ya el arrepentimiento no podía ser mayor y creía que, por mis aguacatazos el pulgoso había desaparecido… lo encontré.

 Lo vi como siempre, en la calle haciendo su dormitorio cualquier avenida, descansando al ronroneo de los autos en la carretera, pidiendo comida y rogando amor. Me le acerqué para fotografiarlo y ponerlo en mi muro de “los más buscados”, pero abrió los ojitos y me miró fijamente. Fue entonces que encontré en ese pobre perro, el reflejo de “Miguelito” el cachorro con el que nos quedamos de esa manada y comprendí que ese perro feo hizo posible la alegre locura de tener “Miguelito” en casa.


Le pedí perdón y sé que me perdonó, le levanté las maldiciones y los malos deseos y ahora incluso voy a la tienda donde él se mantiene para ver que esté vien. Qué puedo decir? Me ganó el corazón. Y me regaló un cachorro especial.

08 enero 2011

Un cachorro extraviado


Con 8 perros en casa hago un esfuerzo monumental para alimentarlos.

Los pasos a seguir, son más o menos estos: A la ancianita, le sirvo lo más lejos posible (Maya), a la mamá y la hija (Casiopea y Ebony) hay que cuidarlas de que no se roben comida de forma mutua. Al cachorro consentido (Chiri) se le da dentro de la casa, porque le pegan las grandes, y a los enanitos (los hijitos de Maya) adentro, pero separados de Chiri para que no haya problema…

Así o más enredada la cosa?

Sucede que bailando este ritmo estaba hoy en la mañana, como siempre y todo parecía ir bien, hasta que hice recuento de cabezas, 4 grandes y 1,2,3 pequeñas… otra vez, 4 grandes y 1,2,3 pequeñas… y 1,2,3 pequeñas! Dios me faltaba un cachorro!

No entendía cómo era posible perder a un cachorro en el proceso de alimentación! ¿Cómo sucedió? ¿Qué hice mal? Y lo más importante, ¿Dónde estaba?

Respiré profundo, me calmé y comencé a buscar, en el patio, por los árboles, en la cisterna, en la sala, la cocina, el estudio, el cuarto, el baño, el techo!, las ventanas!, arriba de los árboles!, bajo tierra!... y no aparecía.  ¿Se lo habría tragado la tierra acaso?

Pasaron 20 largos minutos, pero el bendito cachorro no aparecía…  justo cuando estaba por cruzar la línea entre la preocupación y la HISTERIA me senté a llorar mi desgracia y escuché un pequeño sonido… leeeejos, leeeeejos.

ERA EL! Era el cachorro prodigo! Pero ¿dónde estaba? Lo oía, pero no lo veía.

Un par de minutos después de escuchar con atención y guiarme por los pequeños sonidos, lo encontré. ¿Dónde? Dentro de un costal. 
Sucede que, como son 8 perros a alimentar, les compramos un costal de pan dulce de vez en cuando, para complementar con el concentrado… lo que nunca imaginé fue que el pequeño bandido se metiera allí y quedara tan encampanado con los panes que no quería salir!

Cuando lo saqué de su dulce comodidad, me gruñó y simplemente se fue. Yo preocupada y el duplicando su tamaño… 


Conteo de cabezas pequeñas: 1,2,3,4.


06 enero 2011

Yo tenia 6 perritos



Han escuchado alguna vez esa canción que dice: “Yo tenía 10 perritos…” Pues algo similar me pasó a mi, exceptuando las muertes graciosas.

“Maya”, mi cruza de huskey con –sabrá-Dios-qué-raza tuvo 6 cachorritos. Sin embargo, con cuatro perros ya en casa no podíamos pensar en quedarnos con las lindas criaturitas; así que aprovechando la época navideña, estamos regalando a los pequeñines. Los únicos requisitos que pedimos son que los amen y que les tengan paciencia.

Poco a poco se han ido. El primero en decir adiós fue “Monnty” un cachorrito negro con botitas y cola blanca. Se quedó con una familia de 3 niños, así que todo pinta para bien.

El segundo cachorro en irse fue “Dorita” una belleza gordita color café, muy parecida a su mamá. Lo adoptó una amiga. Me alegra contarles que en su familia hay dos niños y mucho espacio verde donde la diablilla Dorita pueda correr.

Este fin de semana se irá a su nuevo hogar “Careta” (por la cara sucia) se irá con una familia que tiene un niño y, a experiencia personal, sé que Cachorro+Niño=Felicidad!

Un amigo me ha hecho ver su interés por otro pequeñín, pero no hemos llegado a nada concreto aún. Así que quedan un macho y una hembra por regalar. Chiribisco y Blanky.

Y si las cuentas no cuadran, es porque nacieron 6 y sólo he hablado de 5. El sexto en cuestión es “Miguelito” este pillo conquistó el corazón de mi compañero, y no habrá otra que dejarlo en casa.

Si alguien quiere a algún cachorrito de los que quedan, me avisan, así seguimos con la canción. :O)